03 febrero 2013

Despedida


Caminaba cabizbaja por aquella calle que tantas veces había recorrido. Nadie se percataba de su presencia mientras ella, con los dedos enfundados en unos guantes de fina seda -porque la seda siempre es fina-, percutía sobre la cajita que llevaba en su bolsillo. Esa noche sería especial, susurraba la cajita vibrando mientras acompañaba el ritmo de su contenido.

En la calle llovía, gotas cristalinas que utilizaría para limpiar su buen nombre. En su cabeza una sola idea, en su corazón un sólo sentimiento, en su sólo un mundo y en su mundo... sola.

Entro en la casa, colocó la cajita sobre la mesa de entrada, acercó una silla y se sentó a esperar. Dentro de la caja algo comenzaba a sonar aunque sus nervios amortiguaban el sonido que luchaba por penetrar en su cabeza.

Silencio, roto por el sonido de la noche en la ciudad. Silencio, roto por el sonido de una puerta que se abría, su puerta.

Esbozó una pícara sonrisa. No había pasado mucho tiempo desde que entrara en la casa y todo salía como esperaba, como le habían dicho. Se abrió la puerta, abrió la caja, se quitó la ropa y gritó ¡sorpresa, soy tu regalo de despedida! Su cara un triste poema al ver aparecer a aquel matrimonio joven que venía de enterrar al abuelo, ese abuelo mujeriego que tantas veces había contratado sus servicios y del que tantas veces se había burlado.

En la caja una nota se burlaba ¡sorpresa!

Y este es mi último post. Bueno, realmente no es el último pero se le parece. 

No lloréis porque podréis encontrarme en Flores de cierto pelo con más historias de amor, humor y sangre. Nos vemos después!!!!

2 comentarios:

  1. jajajaja vaya sorpresa... por el escrito y por la despedida

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  2. Bueno, no me voy del todo, sólo me cambio de sitio ;) Abracetes, Nicolasín!!!

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La máscara del más turbado