14 julio 2011

Ocho de Picas

Bajo esta lluvia comienzo a preocuparme. Parafraseando a Joe Hallenbeck “el agua moja, el cielo es azul y las mujeres tienen secretos” Es lícito tener secretos y querer esconderlos, por eso me pagan: para esconder los secretos de los demás y conseguir que sigan siendo eso, secretos. 


No sé cuánto tiempo llevo buscando una solución para este caso en el que trabajo. Apuro la calada de mi último cigarrillo mientras de la baraja de póker voy soltando cartas sobre la mesa de la oficina hasta que sale el ocho de picas y vuelvo a recordar. 


Era una mujer morena, esbelta, sensual, morbosa, exuberante. Una mujer alta, muy alta, y muy elegante. Mientras me contaba que tuvo una aventura con un personaje famoso, del cual no digo el nombre para que siga siendo un secreto, sus ojos pardos navegaban en un mar de lágrimas. Era una mujer casada y su marido, del que no quería divorciarse, era muy celoso. Aunque ya no era lo mismo ella todavía se sentía especial, deseada. Había perdonado las infidelidades que su cónyuge pensaba que ella no conocía. Le había perdonado los desplantes y los gritos de los últimos dos años. Le perdonaba por aquella vez, dos en total, que le levantó la mano. Lo que nunca podría perdonarle es lo que haría en el momento en el que se enterase de su aventura con este otro hombre. Aunque le quería, me contaba la mujer que su marido en situaciones tensas estallaba de manera muy agresiva y creía, estaba totalmente segura, de que su cónyuge haría algo de lo que acabaría arrepintiéndose. Me dio muy buenos motivos para aceptar el caso y también añadió una importante suma de dinero.


Revisé mi revólver. Miré la foto de mi esposa que llevaba en la cartera. Era una mujer preciosa, morena, esbelta, sensual, morbosa, exuberante, muy elegante y alta, muy alta. Con unos ojos pardos que la última vez que los vi navegaban en un mar de lágrimas. Coloqué el arma en mi sien y apreté el gatillo. Por eso me pagan: para esconder los secretos de los demás y conseguir que sigan siendo eso, secretos.


img de aquí

5 comentarios:

  1. Que bueno tu relato...así debe ser, guardar los secretos cómo sea...hasta el infinito y más allá...cueste lo que cueste. Un beso...

    ResponderEliminar
  2. Uy pues te llamaré para algunos de mis secretos inconfesables...

    Besicos

    ResponderEliminar
  3. Muy buena manera de guardar un secreto - llevárselo a la tumba -.

    Me gustó, loco...

    Besos bomba y abrazos expansivos...

    ResponderEliminar
  4. Los secretos siempre hay que guardarlo Adnama aunque a veces haya que sacrificarse, jeje. Un beso secreto.

    ¿Secretos inconfesables, Belén? Cuenta, cuenta. Besos mágicos, majica.

    Nosotros ya sabemos lo que es guardar secretos, eh Dany aunque... para qué contarlos , jajaja. Abrazos circulares en orbita.

    ResponderEliminar
  5. De un dramatismo extremo y no falto de tristeza.
    Algún día quizás llegue a darse la total armonía conyugal, he visto a quienes la presumen , más no a quienes la posean.
    La vida hay que aceptarla como nos haya tocado ver la película, quienes optan por morirse pueden caer en un error irreparable y carísimo.
    Prefiero soportar un verano en Yucatán que fallecer.

    ResponderEliminar

La máscara del más turbado