09 septiembre 2010

Mucho de nada

- Mucho de nada es poco de mucho para hacerse un caldito calentito que te quite el frío de los huesos, porque lo que es la humedad... esa se queda ahí, haciéndose fuerte y no la quitan ni los analgésicos. Por cierto Esmeralda, ¿Llego mi familia de visita?

- Hoy no ha venido nadie a visitarle, Don Silvestre. Lleva ya una temporada sin recibir visitas.

- Será por los sueños que tengo. Por las noches no veo muertos si no que sueño que cambio mi cuerpo por el de mi hijo, o el de otros, y vuelvo a ser jóven. hago todo lo que hacía antes - las viejas costumbres es dificil perderlas - También hago lo que me gustaría hacer y lo que me cuentan mis nietos que les gustaría verme hacer. Bailo de nuevo, saboreo los aromas de los buenos cafés, degusto los mejores manjares y vuelvo a ser jóven para seducir a las señoritas como tú. Todo eso cansa y supongo que por eso mi hijo no viene a visitarme.

- Ay, que imaginación tiene usted, Don Silvestre. Tómese la pastillita y descanse, verá que bien le sienta, que hoy hace un día muy frio.

- Si fuese más jóven te seduciría a tí también, Esmeralda.

- Tal vez me sedujese pero sabe que tengo novio.

- Lo sé.

- Bueno Don Silvestre, no se olvide tomar la pastillita que si no no duerme. Mi turno está a punto de terminar y tengo que prepararme que me vienen a recoger. Hasta mañana.

- Hasta después.

Y Don Silvestre se tomó su pastilla, esa pastilla que últimamente le hacía soñar con sueños que para él eran tan reales que rejuvenecía por días. Su salud había mejorado desde que comenzó a tomar la medicación y esos sueños empezaron a ocupar sus noches. En las tres semanas que llevaba de tratamiento había vuelto a correr, cantar, saltar, bailar. Sus sueños eran sueños donde todo era posible y esa posibilidad hacía que su piel comenzase a recobrar su tersura, que la humedad de sus huesos quisiera abandonar el refugio donde había estado los últimos treinta años, que ya no necesitase de un bastón para caminar. Sueños que hacían que cada mañana al despertar se sintiese un poco más jóven.

Eran las nueve de la noche y en la puerta del geriátrico, Pedro, un joven apuesto unos años mayor que Esmeralda, esperaba a su novia, Esmeralda. Fueron a cenar a un restaurante nuevo de época, después bailaron agarraditos, al compás de la música que había marcado la época de sus padres. Esmeralda apoyo con ternura su cabeza en el pecho de su amado y respiró profundamente, llenando su pecho de amor.

- Ojalá durase para siempre, cariño. Empezaba a pensar que ya no me querías.

- Si fuese más jóven te seduciría.

Y Esmeralda se abrazó más a su pareja para paliar el escalofrío que recorrió su espalda al escuchar esas palabras.

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8 comentarios:

  1. Eso decía mi abuelo Jordicine Abracetes

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  2. Masakoy... aquí te has superado!

    Me has tenido enganchada a la pantalla...

    Besicos

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  3. Hola Masakoy. Has escrito con una enorme sensibilidad.
    Es un placer estar aqui, de verdad.

    Un abrazo.

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  4. Ains Belén entonces tendré que seguir probando otro estilo de escritura, jajaja. Besicos mágicos majica.

    Gracias por el coment Antifaz Unos días me da por las risas, otros por las muerte y otros por cosas más como esta, jejeje. Abracetes abrazantes

    Gracias Sara Y fíjate que mi primera opcion era algo más "mortal" jajaja Besos de besar

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  5. Resurgir al paso de los años solo está en nuestro poder cuando en algún momento del día o de la noche podemos vivir como sentimos que queremos vivir...
    Hermosa historia... Dale recuerdos a Dons Silvestre...

    Un abrazo.

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  6. Cuanta razón tienes ...solo una mujer. Le daré recuerdos a Don Silvestres. Besos hermosos

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