19 septiembre 2009

No title, no help. Self-Help yourself. (p2)

Viene de aquí atrás

Desde que abandonó los estudios, con dieciséis años, siempre buscó rodearse de gente culta. Gente con grandes estanterías llenas de libros que ni ellos entendían. Gente que hablaba idiomas, que podían enseñarle y presentarla a sus amigos “intelectuales” como la novia que siempre quiso ser, no como la “tía buena que no se entera de nada pero que folla que te cagas“ Se rodeaba de gente con estudios, gente que conseguía que se sintiese integrada siempre que hiciese lo que ellos querían, aunque su aceptación estuviese condicionada por golpes y palizas -tanto físicas como mentales-, por humillaciones públicas y por esa falsa creencia que tenía de sí misma "hago lo que quiero porque quiero"

Donde sí controlaba su vida. Donde era ella la que decidía, la que tenía el control, era en el sexo. Pero no en ese sexo, a veces pasional, de pareja. Ahí solamente se limitaba a tumbarse y fingir que disfrutaba. Ella mandaba en el sexo consensuado previo pago. Ahí es dónde liberaba su naturaleza y redimía sus pecados. Como domina hacía de cada encuentro un banquete de placeres extremos siendo perversa y sádica, llenándolos de una creativa maldad. Humillaba a los hombres física y verbalmente, les hacía sufrir con cera caliente, les ataba y les clavaba agujas. Les amordazaba y les torturaba con electrodos en los genitales mientras con su lluvia dorada aliviaba su dolor regalándoles humillación. Pero lo que más le encantaba, con lo que más disfrutaba, era poniéndoles a cuatro patas y sodomizándoles. Era ella la que mandaba hasta que dejó de hacerlo.

El día de su 37 cumpleaños, tras finalizar una sesiónsin límites, ordenó la habitación donde realizaba sus juegos y volvió a su casa. Bajaba las escaleras del piso dónde se encontraba “su cuarto” cuando un fuerte golpe en la espalda le envió escaleras abajo dejándola semiinconsciente.

Unas fuertes manos colocaron su cuerpo sobre el pasamanos de la escalera y le bajaron los pantalones –nunca llevaba falda- rasgándolos. Mientras ella gemía aturdida por el golpe, sin darse cuenta de lo que sucedía, las manos, rebuscando en su bolso, encontraron lo que buscaban. Subiendo aún más su cintura y dejando fuera de la barandilla la otra mitad de su cuerpo, una mano tapó su boca mientras la otra introducía, con una salvaje brutalidad, el dildo estriado con el que desgarró su ano.

Cuando hubo terminado, el agresor se despidió de ella “feliz cumpleaños” y se marchó dejándola inconsciente.

La última parte

* Las fotos son de foto3, foto2, foto1 Si son tuyas y quieres que las quite avísame.