11 enero 2010

Latidos en 15 días. Preludio 1

Largo como el Quijote de mi estantería, que no de mis pantalones, que no es Quijote que son... dos partes. Me cansé de matar pero tenía que haber muerto.

Preludio...

17:51 h. Visto así no tiene mucho sentido. Me levanto y preparo algo de picar. Hoy me he quedado más tiempo en la cama, mucho más tiempo. Preparo café y lo acompaño con unos frutos secos que quedan sobre la mesa. Me acerco a la ventana, muevo la cortina y miro a través del cristal cómo la lluvia limpia la ciudad, mi ciudad. Salgo de mi cuerpo y observo la estampa. Me recuerda a los anuncios de café con los que nos inundan estas fechas. Mi cuerpo etéreo vuela por la casa, subiendo, bajando, escondiéndose en cajones y muebles, hasta que intenta escapar por el techo para investigar que hay más allá.

Suena el teléfono; regreso de mi ausencia. Voy hacia la otra esquina del pequeño salón, envuelto en desorden, donde está instalado el teléfono, sobre un montón de revistas que ocultan un destartalado velador en la entrada. Por el camino enciendo un cigarrillo, ummm bendita nicotina. Cuando llego junto al teléfono deja de sonar. Me siento en el suelo, no me importa si vuelven a llamar o no, solo quiero disfrutar de estos minutos a solas con mi cigarrillo. Me recuesto contra la pared y descuelgo el teléfono dando un tirón al cable.

Cinco minutos de disfrute. Apago el cigarrillo en los posos que ha dejado el café en mi vaso y voy a tirarme otro ratito en el sofá. Un cigarro a medio consumir, tirado en el suelo, me devuelve las ganas de fumar. Lo cojo, lo enciendo y me tiro en el sofá para degustarlo. Qué calor hace hoy. Recorro mi cuerpo acariciándolo como hacía antes de llegar a esta situación. Creo que me estoy excitando. Apuro las últimas caladas del cigarro y lo apago en la caja de la pizza. Ahora puedo usar las dos manos.

De repente el timbre de la puerta comienza a sonar. Cielo santo, no puedo parar, ya volverán a llamar. Sigo encontrándome, siguen llamando. No puedo parar, mi corazón se acelera. No dejan de llamar, cada vez más deprisa, más fuerte. Sí, no, ¡¡dejad de llamar!! ¡¡¡Ya voy, ya voy!!!! ¡¡Ya vooooooyyyy….!! Dejan de llamar.

Al rato llaman a la puerta. Me levanto a ver quien es el insensato que llama a estas horas de esa manera. Abro la puerta y… nada; no hay nadie. Un teléfono suena, no es el mío. Bajo la vista y ahí lo encuentro, tirado en el suelo junto a mi puerta ¿Por qué suenas bonito? Lo cojo y del otro lado se escucha un carraspeo.

- Ejem. ¿Carla?...

- Al habla.

Es el principio…

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5 comentarios:

  1. Bueno, lo del teléfono no me ha quedado claro, Carla llama o es llamada?

    Besicos

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  2. A mi me ha parecido demasiado corto...

    Sigue hablando(le)...

    Un beso :)

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  3. Belén y Pati, sigue en un raticulín. Es que estaba corrigiendo la segunda mitad. Esto de las gripes... Encima mañana tengo que volver al trabajo. Me voy a la cama, jejeje.
    Besos y abrazos a las dos

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  4. Vas a tener que resolver lo de Carla, porque no queda claro si es oportuna o inoportuna... venga que estamos en ascuas.

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  5. Juanan dale al botón de Siguiente Parte, jejejeje.

    Gracias por la visitilla

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La máscara del más turbado