24 julio 2009

Un mar de sentimientos

Ahora que estamos en esta época de sol y playa, una historia de agua.



Desde que nació siempre le había gustado el mar y la playa. Disfrutaba cuando estaba en el agua tanto como cuando estuvo en el líquido amniótico.

Era un chico risueño, despierto y muy vivaz. No veía mal en nadie y, por muy malas que fuesen las cosas, siempre una sonrisa iluminaba su cara. Pasaba horas en el agua. De mayor quería ser nadador o buzo o marino o cualquier cosa relacionada con el agua, nunca se separaría de ella. Los veranos los pasaba en Conil, cerca del agua. Su madre siempre le llevaba a una playa que no todo el mundo conocía, una playa donde podía disfrutar del agua, sumergirse en ella y jugar con las olas, buscar caracolas en las que escuchar el sonido del mar allá donde estuviese. Una playa donde la blanca arena jugueteaba entre sus manos, donde el sol, y a veces la luna, bañaban su cuerpo e iluminaban la estela que dejaba en el agua.

Siempre adentrándose en lo más profundo, hasta que un día no hizo pie cuando un calambre inmovilizó su cuerpo. Una medusa, que le encontró en su camino, le acompañó hasta el fondo del mar mientras el agua llenaba sus pulmones. Era feliz porque nunca abandonaría el mar del que tan enamorado estaba.

Era mejor recordar eso que saber que fue su madre quien, con cuatro años, le metió en la bañera de la que no volvió a salir.

5 comentarios:

  1. Así me quedo... no tengo más palabras... llevo rato intentado escribir algo coherente y no puedo :S

    Muaksssssssssssssssssss!!!

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  2. Me he quedado pillada con el final del cuento je,je
    pero me ha gustado, algo adecuado para esta época.
    Por cierto, no sé yo pero, cuando me he levantado a las 10, aquí marcaban 38 grados...como es posible, vamos a morir...era solo un apunte ja,ja
    Besitos

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  3. Bueno, buen requiebro del final, de esos que te dejan helado :)

    Besicos

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  4. Joder, eso duele. Duele mucho.

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La máscara del más turbado